Los Mercados


Hoy compañeros vamos a hablar de un tema cuanto menos controvertido, los mercados financieros. Estos señores que a veces encumbran los países y sus gobernantes y otras veces los culpan de sus situaciones financieras y las supuestas dificultades que crean para la concesión de liquidez y demás aceptación de productos financieros.

Lo primero que debiéramos hacer es encontrar quiénes son estos señores. Pues para sorpresa de muchos, los mercados somos todos nosotros. Cualquier persona que compre acciones, bonos, planes de pensiones y demás, está dentro de los mercados. Podríamos decir que hasta los tenedores de depósitos y productos simples están dentro, de una forma más o menos directa, pero dentro en definitiva.

El dinero básicamente tiene tres funciones. La primera es la unidad de valor, de forma que podemos estandarizar los precios en función de una cosa que es la unidad de la moneda. La segunda es un medio de intercambio, de forma que el trabajo se cambie por dinero y ese dinero se pueda cambiar por cualquier cosa, evitando los difíciles trueques de las sociedades primitivas. Y el tercero es la reserva devalor, de forma que podemos tener un “colchón” de dinero para las situaciones que queramos o el futuro, sin la necesidad de tener que transformarlo en un activo (oro, sal, tierras y demás activos que se han usado a lo largo de la historia y que no nos darán la liquidez y el dinamismo que buscamos). Cuanto más estable sea una moneda, y menor la inflación, mejor cumplirá esta última función.

Tras esta pequeña introducción sobre las funciones básicas del dinero, hay una cosa que todo el mundo tiene clara y que nuestro querido hermano Inversorbolsa nos lo recuerda a diario; yo no me cansaré de repetirlo, “Hermanos, aquí estamos para ganar dinero”. Y efectivamente los famosos mercados están a lo mismo, por una sencilla razón, si nuestro banco no nos da un buen interés cambiamos a otro, si nuestro plan de pensiones no renta, pues cambiamos a otro y así sucesivamente. Todos estos grandes actores, junto con otros muchos, y todo ello en un mundo muy global y rápido, junto con los millones de minoristas, forman lo que es el mercado, y que a pesar de lo que muchos puedan decir y afirmar, es mucho más imprevisible y emotivo de lo que la mayoría se piensa. Una vez que nos han presentado a los mercados, y sabemos cuáles son sus objetivos, ya estamos en disposición de comenzar a ver cómo funcionan y qué hacen. Por lo tanto, trataremos de cambiar valor monetario por activos, que generarán valor monetario para nosotros.
Muy importante es el no perder valor con las inversiones. 
Hágase especial hincapié en que no me refiero en ningún momento a dinero, sino a valor. Y este es un punto clave y que no siempre se entiende ni explica. Cuando compramos una acción de Iberdrola, hemos comprado una parte de los aproximadamente 6300 millones de partes que componen la sociedad, con sus activos y responsabilidades, y ello tiene un valor. Pues bien, lo importante para cualquier inversor es no perder valor en estos intercambios. Los mercados tratarán de hacer lo mismo. El problema es que al tratarse de algo global y muy emotivo y con modas se pueden dar situaciones curiosas, y la falta de rigor, liquidez o unas cuentas con pinzas, pueden hacer pasar dificultades a empresas o incluso países; momento en el cual se buscarán culpables y los mercados son el culpable perfecto. No está claro quién es, no tiene cara, no puede replicarnos dando razonamientos lógicos y normales que sacarían los colores a quienes les acusan y finalmente siempre pasan de moda.

Por lo tanto los mercados moverán sus flujos de capital en función de la esperanza de generación de valor, y sobre todo estos señores tienen pánico a la pérdida de valor. De forma que cuando un país o empresa comienza una política de deuda que muestra síntomas de preocupante o insostenible, estos señores, comenzarán a desviar flujos de dinero hacia otros sitios, de forma que su cotización comenzará a bajar. Puede que al principio no se note demasiado, pero en poco tiempo, de no cambiar su línea de endeudamiento, llegará la caída. La razón de que estas caídas sean tan fuertes son principalmente dos; la primera es que una pequeña caída hace que muchos que estaban tranquilos revisen a fondo la empresa estado y vean que hay riesgo de pérdida permanente de valor, de forma que salen en manada. La segunda es que después de esto, todos los que están apalancados tienen que vender por requisito de los acreedores y esto produce el desplome, hasta que algún inversor considere que ha bajado tanto, que ya no hay riesgo de pérdida de valor, debido al enorme descuento en el que cotiza, y por lo tanto compre. Este tipo de ajuste son exactamente iguales a la baja que al alza, y producen situaciones que bien analizadas permiten adquirir activos muy interesantes con muchos descuentos.

En el caso de los estados, como ellos siempre emiten deuda como valor monetario (es decir, siempre está representada en una moneda) el riesgo de pérdida de valor es doble. La más grave es tener que hacer frente a quitas y demás formas directas de embargo y la segunda es por destrucción del valor monetario, de forma que esa moneda respecto a activos reales se devalúe. 

La principal causa de destrucción de valor monetario podríamos decir que es la inflación. Esta puede llegar de muchas formas. Desde la bajada excesiva de los tipos de interés, aumento desmesurado de la demanda y creación de burbujas o el aumento de la masa monetaria. El tema clave es que, la inflación es una máquina de
destrucción de valor para los ahorradores y una inyección de oxígeno para los deudores, siempre y cuando no se convierta en hiperinflación, la cual, sería un arma de destrucción masiva. Si tenemos en cuenta que las decisiones sobre los tipos de interés y masa monetaria están en manos de los gobiernos
principalmente, 
podríamos decir que ellos pueden controlar de alguna forma la inflación. Pero, la pregunta que nos debemos de hacer es quién es en el mundo el ahorrador y el deudor. Y la respuesta que nos encontramos, es que los verdaderos deudores son los estados occidentales. Y los ahorradores, pues muchos ciudadanos honrados, y otros países. De forma que ciertos gobiernos harán todo lo que sea necesario para mantener la inflación a tasas aceptablemente bajas pero positivas, porque en caso de aparecer deflación, sus deudas aumentarían de forma automática. El problema es que a esta señorita no siempre se la controla de una forma fácil, y cuando menos se lo espera uno, se despendola, y toma camino del norte.

Los precios aumentan un poco más que moderados, el consumo y los salarios también, la recaudación como es obvio también, se crea la burbuja, todo el mundo con las copas en la mano, la música a tope; y a ver quién es el guapo que apaga los altavoces. Y entonces es cuando llegan los problemas. Tras esta fiesta, los gobiernos han amortizado la mitad de su deuda sin hacer absolutamente nada, y los ahorradores han perdido la mitad de su dinero sin hacer tampoco nada. Creo que está muy claro quién gana y quien pierde. Por eso compañeros os digo, que mucho cuidado con la inflación y la renta fija monetaria a largo plazo, como bonos a 10 anos, mucho cuidado porque a pesar de que parezca que ofrece una rentabilidad atractiva, si descontamos impuestos e inflación podemos habernos pillado los dedos, y a pesar de poder vender en el secundario, lo más probable es que en caso de inflación considerable, ya sea demasiado tarde para evitar pérdidas.

Finalizado este tema, tenemos claro que debemos de tratar de transformar nuestro dinero en activos reales que nos den rentabilidades. Pues parece ser que mucha gente esta empeñada en meternos en la cabeza que los ataques de los mercados contra ciertos activos, países o empresas, no solo son negativos y mal intencionados, sino que parece que dan la sensación de que destruyen valor. Pues compañeros, esto es una gran mentira. Más bien es todo lo contrario, nos dan la oportunidad de comprar los mejores activos del mundo con descuentos incluso superiores al 50%. Este tipo de ataques afectan y mucho a todos los que están endeudados en la compra de activos, pero a todos aquellos que tengan una disciplina y seriedad financiera, les brindan algunas de las mejores oportunidades que verán en sus vidas. Nos permiten comprar empresas buenas y sanas a precios de empresas moribundas.

Un ejemplo lo podemos tener en el año 2012 en España, cuando todas sus bolsas sufrieron los famosos ataques, se prohibieron las posiciones cortas, nuevos impuestos anti especulación, charlas morales de los gobernantes dejándonos muy
claro lo malos que eran 
los mercados y un sinfín de ríos de tinta para adoctrinarnos bien en una mentira. Pues en aquel año, se pudo comprar lo mejorcito de las bolsas españolas a precios de risa, empresas sin deuda, con buenos gestores y activos de mucha calidad (Inditex, BME y Técnicas Reunidas) con enromes descuentos y otras con deudas controladas y negocios fantásticos aún con más descuentos que éstas (Iberdrola, Enagas, REE, Repsol, Abertis y Mapfre que se me ocurren ahora pero que seguro que habría mas). En muchos casos estas compras han significado duplicar capital y cobrar golosos dividendos que seguiremos cobrando muchos años.

Un tema que no debemos de olvidar es que el “ataque de los mercados” sólo afecta a la calidad crediticia y a la cotización de la empresa en cuestión; pero en ningún caso afecta a sus activos y a sus negocios. Sí que es cierto que ver prácticamente toda tu cartera en rojo es un poco bajonazo, pero realmente todos sus activos en general están intactos, de forma que no nos debiéramos de preocupar lo mas mínimo. Es curioso el ser humano en este aspecto. Nadie se enfada cuando saca su coche del concesionario, sin embargo justo en el momento en el que toca el asfalto ha perdido un 20% de su valor. Y a nadie se le ocurre ver por cuanto puede vender su casa cada mes, sin embargo ni me acuerdo los meses en que los bienes inmuebles llevan bajando los precios reales. Sin embargo con la bolsa, una pérdida momentánea de un 25% hace saltar todos los nervios y alarmas. La razón es muy clara, solo vemos moneda al cambio, nunca activos reales. Y mientras esperamos un comprador a la baja para un piso que compramos para especular, no sólo estamos tranquilos sino que además, aceptaremos una rebaja extra con tal de quitarnos las letras del crédito, los impuestos, las comunidades y demás gastos.
Pues compañeros, mientras 
esperamos que nuestra cartera de acciones suba simplemente para estar más tranquilos, las empresas están facturando euros que unaparte son nuestros y nos los entregan en dividendos. No sólo no tenemos que pagar nada, sino que además cobramos, y encima nos ponemos nerviosos. Visto desde fuera es para llorar, visto desde la puerta de un banco, es el día a día.

Por último debiéramos plantearnos qué armas tiene una empresa para enfrentarse a los famosos ataques de los mercados. Bueno, pues la verdad es que evitar los ataques es algo particularmente difícil, aunque pueden adoptar medidas que hagan que los ataques salgan caros. En principio, una empresa bien gestionada, con un buen producto y negocio, no ha de temer ningún ataque. Estos son cosas pasajeras y que tienen una carga psicológica y de moda mayor que de razón y números. Como ya hemos comentado los ataques no afectan a los activos y al valor de la empresa Los problemas podrían darse cuando la empresa alcanza un endeudamiento excesivo y a tipos especialmente bajos. Porque en el momento que esa deuda tenga que refinanciarse, le exigirán tipos mayores, los márgenes caerán, los beneficios con ellos, y ahí estarán los bajistas para hacer el agosto. Realmente no es un ataque, es el cauce de las cosas cuando se hacen mal, pero sí que es cierto, que en ocasiones los mercados asfixian a una determinada empresa y olvidan a otras en peores situaciones incluso. Llegados a este punto, hay que bajar deuda y tomar medidas, pero estas cosas ya tienen malas soluciones.

Pero existen casos, en los que los mercados atacan a empresas sanas. Puede ser el caso de BME en el 2012, Iberdrola (ésta no estaba tan sana), incluso Enagás y REE en estas fechas. Simplemente pagaron el precio de residir en España. Quizás el ataque mayor se lo llevara Telefónica, pero quizás también fuera la que más se lo mereciera y más fácil lo pusiera. El caso aquí, es que la empresa tenga las cuentas sanas y el negocio fuerte. Una vez llegados a este punto, se puede decidir pasar de largo o devolver el ataque. Quizás lo más prudente y beneficioso para todos sea pasar de largo. Pero desde luego lo más divertido para un estratega y un devoto de la generación de valor neto para sus accionistas pueda ser devolver el ataque. Si la empresa dispone de liquidez, el negocio va bien y su precio cae con bajistas muy metidos, la solución es muy fácil. Compra masiva de acciones a autocartera para quitar liquidez al mercado y sobre todo a precios de mucha rebaja. Y justo en el momento en que ya se sienta que la liquidez escasea, dos opciones, o entregarlas a los accionistas actuales como dividendo extraordinario en papel, o directamente amortizarlas. A mí me gusta personalmente la segunda. Esto saldrá muy caro a los señores bajistas y se les mandara el mensaje claro de que es mejor no venir cerca para hacer marranadas y poner nerviosos a sus accionistas.


En caso de no tener liquidez, pues no queda otra vender activos 
para reducir la deuda y en mi opinión suspender el dividendo, pero para no dañar a los accionistas, amortizar las acciones que le correspondería con ese dinero y en precios con mucho descuento. Esto les dará una gran alegría a los accionistas que confían en la empresa, mejorará nuestros números y sobre todo dañará bastante a los bajistas. Esta es una forma fantástica de remunerar a los accionistas que es muy poco habitual en España, pero en momentos en los que una empresa tiene un dinero que no es capaz de invertir para sacar un rendimiento bueno, es la mejor decisión que puedetomar.

Por lo tanto compañeros, lo principal para evitar todo este tipo de situaciones es balance financiero sano, un buen y bien gestionado negocio y honestidad con los accionistas. Siempre hay tiempos mejores y tiempos peores, para todos; esto es algo que hay que comprender. Pero no por ello hay que mentir, ni engañar a los accionistas. A veces hay que tomar decisiones que no gustan, y hay que hacer un esfuerzo en explicarlas, pero también los accionistas han de hacer un esfuerzo por comprenderlas y ver lo que es lo mejor para todos. Un saludo a todos y mucho cuidado con los mercados; pero tened en cuenta que los mercados también somos nosotros.